El cambio, de pañal o de
ropa, es un momento íntimo y conjunto entre cuidador y bebé. Además, al ser
rutinario, es un buen momento para crear un vínculo que favorecerá el
aprendizaje y el autoestima del niño.
Hay que tener en
cuenta que atenta contra su espacio, su
bienestar, (como quitarle su calor) por lo que tiene que haber un respeto hacia él y
una consciencia de que el bebé es un ente activo en el proceso. Es importante darle
seguridad y cariño. En ocasiones, especialmente en las escuelas, la rapidez y
la presión no permiten crear un ambiente ventajoso para el niño.
Por ello vamos a
aprovechar a redactar unas pautas para afrontarlo de la mejor manera posible
con las recomendaciones de la pediatra y pedagoga Emmi Pikler. Tan útiles en el hogar como en
la escuela.
- Utilizar el mismo lugar. Al ser predecible y sentirse seguro se va a concentrar mejor en la comunicación con el adulto y sacará el máximo partido.
- Mantener una comunicación. Tanto visual como física. Se puede ir contándole las cosas que vas haciendo (primero te quito el pantalón, ahora te voy metiendo el bracito en la camiseta…). Le da seguridad pues no es algo casual, el adulto controla la situación. Además va aprendiendo su esquema corporal a través del tacto y la palabra. Por último, al ser consciente de lo que está pasando, le va generando poco a poco una actitud más participativa y consciente de la actividad; esto es un proceso que terminará en el gusto por su autonomía e independencia.
- Respetar sus movimientos. Al estirar las extremidades del niño siente que se está ejerciendo poder sobre él, no se respeta su individualidad, su tiempo, su espacio, su tranquilidad. Si con un poco de paciencia, se le permite hacer sus movimientos, se le pregunta y uno se detiene se le explica sobre lo que vas a hacer a continuación el niño poco a poco irá aprendiendo a predecir lo que viene y llevarlo a cabo contigo (“¿Terminaste de mover la pierna? Ahora te voy a poner el pantalón”).Esto va a provocar que uno no sienta que es una obligación y que él no tenga que estar distraído para poder terminarlo. Gracias a esto se conseguirá disfrutar de un momento precioso e íntimo entre cuidador y niño.
- Movimientos suaves. Aunque el bebé llore se debería mantener una actitud calmada, si aceleramos el ritmo porque queremos que el llanto pare nuestros movimientos son más bruscos y poco habituales. Esto va a agregar más malestar al niño puesto que además de su incomodidad inicial se suma un trato más movido, menos agradable.
- Intentar no variar de adulto. En una escuela infantil se pueden dividir los niños entre las tutoras y que sea siempre la misma persona la que cambia el pañal del niño. Además debe ser un momento en el que cuidador y niño compartan intimidad, es su momento y debería ser él el protagonista.
- Estar en contacto con el niño. Al igual que en un masaje, la continuidad de la actividad es muy importante para que no se rompa el vínculo creado. Intentar empezar y terminar sin interrupciones y no romper el contacto físico con él.
- Cambiarlo cuando tiene sus necesidades cubiertas. En caso de que no sea así, intentar satisfacerlas brevemente antes de comenzar el cambio. En el caso de que no se hiciera así normalmente, el bebé asociaría el cambio con una sensación desagradable de hambre o sueño e intentaría rechazar este momento.
Y ahora tápense las narices y ¡a disfrutar!
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