André Stern es de las pocas personas de la época y el mundo moderno que no ha sido intervenido en su juego y su desarrollo durante toda su vida.
Su padre, Arno Stern, padre también de la educación creadora, decidió no llevar a su hijo al colegio y no ejercer ninguna intención educativa que partiera desde el exterior, respetando sus procesos e intereses sin tener una gran preocupación en quién sería mañana, atendiendo a quién era cada día.