Copyright © La magia de crecer
Design by Dzignine
viernes, 1 de mayo de 2015

Control de esfínteres. ¿Cómo ayudar a ir al baño?

Os invito a una reflexión: imaginaros que debido a una enfermedad o accidente quedan impedidos con una parálisis temporal que acabará curando con mucho trabajo. Lleva nada más que un año andando por sí mismo y acaba de empezar a hablar hace unos pocos meses. 
Si fuera vuestra pareja o uno de vuestros padres ¿qué le diriais si se les escapa el pis? ¿les daríais un bombón de chocolate el primer día que consiguieran llegar solos al baño? ¿le aplaudiríais? ¿le compararíais con su compañero de la terapia?¿le contaríais a todo el mundo que hoy se hizo caca justo cuando salíais de casa y que llegasteis tarde porque tuvisteis que cambiarle toda la ropa? 

Y si fuerais vosotros ¿cómo os gustaría que os trataran?


Manejar nuestras necesidades con éxito es una tarea que requiere tiempo, atención y madurez.

A nivel fisiológico: la pediatra Emmi Pikler limita la madurez del sistema excretor y los músculos de la vejiga en una edad cercana a los 3-4 años. ¿Porque pedirlo con 2? ¡A nadie se le ocurre coger un peso de 50 kg en su primer día de gimnasio! 
Gracias a nuestro cuerpo mejorado durante milenios los propios niños trabajan para dominarlo con su movimiento espontáneo. En este aspecto se relaciona íntimamente con el movimiento del salto que se trabaja con fervor durante más de un año. 


A nivel relacional: La decisión de pasar de un estado que nos resulta cómodo a otro que es incierto pero más aceptado provoca mucho estrés. 
Tener el pañal, con un momento de conexión con otra persona que me mira y me mima, da mucha seguridad y bienestar. Aún así, por la simple presión de grupo, los niños al igual que andar y hablar tienen ganas de ser una persona normal y, cuando ven que ir al baño es lo normal, acaban queriendo hacerlo también. 


Escuchar nuestro cuerpo: este mundo rápido y sobreestimulante hace que a veces estemos desconectados de nosotros mismos. Pararnos y sentir lo que nuestro cuerpo nos dice es muy importante en ese proceso. Ponerle palabras y equivocarnos puede ayudar a identificar las señales que hemos estado recibiendo. 


A nivel emocional: esa presión que recibimos de nuestro entorno afecta a nuestro autoestima, a la idea que tenemos de nosotros mismos. Tener ganas de intentar algo nuevo y conseguirlo es una satisfacción impresionante, conseguirlo con un año de retraso y con aprobado raspado es algo que no nos enorgullece mucho. 


A nivel experiencia: si nuestro contacto con algo, llamémoslo pis, nos recuerda a la aceptación de nuestros seres queridos, y al ser un miembro aceptado en nuestro entorno, cuando escuchemos esa palabra no vamos a pensar en si nuestra vejiga está llena, pensaremos en el miedo que nos supone estar solos e indefensos (porque los niños sin los adultos están indefensos). 
El concepto lleno-vacío, la sensación física que recibe tu sistema nervioso, la utilidad de un aseo, el respeto a la intimidad, la relación de higiene con la salud... 
Son cosas que no tienen nada que ver con si mi madre me quiere. 


Por todo esto es importante que respetemos los ritmos y las señales que los niños nos van indicando, que tengamos sensibilidad a la hora de tocar un tema tan delicado. 
6 meses más de pañales pueden variar 100€ en nuestra economía doméstica anual pero sentar las bases de la confianza y el amor en uno mismo va a tener un coste mucho más alto. 

Pocos momentos de la vida van a necesitar una atención tan sutil, pasar a hacer algo desconocido da mucho miedo y eso es lo que significa "hacerse mayor". 

2 comentarios:

  1. Buen artículo, me encanta como escribes, siempre desde el punto de vista emocional del bebé, permitiéndonos ver como se debe tratar a otra persona igual que nosotros y con sentimientos pero que no es capaz de manifestarlos igual por ahora.

    Buen artículo!

    Saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Jose, es un placer ver como esta visión es compartida con otras personas y que poco a poco vamos sumándonos.
      Es un reto difícil hacer de nuestra relación un diálogo entre iguales en vez de un monólogo novedoso.

      Eliminar