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lunes, 2 de junio de 2014

Las agresiones y la agresividad en los niños pequeños. Parte 2: Maneras de relacionarnos




Vemos a dos niños de 4 o 5 años tirándose uno encima del otro, "Joé, así no" "¡AAAAAy! Me haces daño". Sudorosos y fatigados vienen hacia tí "Me ha dado una patada" (ves como el sujeto A se sonríe) "Es que él me ha dado un codazo" (ves como el que sonríe ahora es B), "No, pero esque..."
¿Qué hace el adulto responsable en esta situación?
Tendencia habitual: "ya estoy cansad@, todos los días igual. Ahora ya no vais a jugar más juntos, siempre estáis peleando y así no se puede. A se va a sentar aquí y B se va a sentar allí".
Conclusión: al día siguiente ocurre lo mismo, y al siguiente y al siguiente...

Vivimos en un mundo social y para aprender las reglas de convivencia es necesario que juguemos con los límites. La violencia es un límite importantisimo que requiere una atención especial, no podemos censurarla y dejar que los niños se creen una imagen irreal en la sombra de un escondite.


La violencia es algo que causa mucho nerviosismo en los adultos, no queremos ni que se hagan daño, ni que lo vivan como algo habitual y de adultos lo utilicen como una manera más de comunicación.

A veces es el miedo a pensar que lo ven como algo natural en su entorno, y en realidad es así: los conflictos, la agresividad y la violencia forman parte de nuestro mundo en mayor o menor grado. Están expuestos en la casa, en la calle, en el colegio, en la televisión... En cada ambiente se trata diferente, por lo general se censura o se exagera y esto hace que nunca tengan una idea realista de lo que supone.


Si hemos decidido darles el tiempo para que aprendan los conceptos a su ritmo tendremos que acompañarles en el camino de éste aprendizaje también con paciencia y comprensión.

Los niños reciben todas estas emociones que nos producen pero como no entienden qué es exactamente la violencia ni qué implica para nosotros quieren jugar con ella como lo hacen con todo lo que no comprenden. Y ésa es la clave: el juego. 
Siempre que las cosas que tendemos a clasificar como negativas pasen a ser parte del juego ya no serán negativas, serán procesos de aprendizaje y procesos de sanación emocional que enriquecerán su mundo.

¿Entonces cuando le vea correr hacia su hermano con un cuchillo le dejo ver cómo sale la sangre para que lo entienda?
Por supuesto que no, para garantizar la seguridad propia y de los demás es necesario el uso de los límites.
Que entiendan en qué momento traspasan la línea entre el YO y el TÚ, hasta dónde pueden llegar en este aprendizaje del comportamiento social.
Y es por este motivo por el que el adulto ha de estar presente, para garantizar esa seguridad, formar una idea de lo que supone es responsabilidad del propio niño.

1. Si vemos que están jugando a peleas nos acercamos mucho más de lo habitual y ponemos nuestra presencia en este momento. ¿A qué estáis jugando?
2. Pautamos unas reglas básicas que decidamos importantes: no nos hacemos daño ni a nosotros ni a los demás, no hacemos nada que no queramos hacer, podemos usar el espacio de la habitación o el jardín pero no el salón.
3. Les invitamos a añadir más reglas según sea el juego y su comodidad  si queremos golpear como en combates de boxeo en vez de con los puños lo haremos con esterillas.
4. Facilitaremos momentos para hablar, intentaremos descubrir cuál es el motivo por el que ha surgido el interés. Puede ser un programa de televisión, un hermano mayor o simplemente ganas de tocarse y relacionarse gastando energía. 




"No todos los ojos cerrados duermen ni todos los ojos abiertos ven"


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