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domingo, 16 de febrero de 2014

La televisión, las pantallas y sus dudas: ¿cuando las ponemos? ¿con qué programas? ¿para qué las usamos?






El cerebro de un niño de 11 años requiere 4 segundos para tomar, procesar y darle sentido a una imagen, es rápido ¿no?. Os invito a mirar un programa infantil y contar cuatro segundos ¿cuantos cortes ha tenido el vídeo? Si lo unimos al audio y a los efectos especiales como destellos ¿como afecta en conjunto a su percepción?

Os propongo cuestionar lo que aprendimos y hacer un uso consciente y razonado de los recursos que tenemos a nuestro alcance.



¿Cuál es el objetivo que se busca a la hora de exponer a los niños a los medios antes de que lo pidan? 

  • Respuesta nº 1: Que aprendan: es una finalidad estupenda para ello tendremos que encontrar materiales adecuados a su edad y a sus intereses que respeten el ritmo de los niños. Las nuevas tecnologías tienen una gran cantidad de recursos didácticos. 
  • Respuesta nº 2: Que estén quietos: aquí es importante matizar, quieto y tranquilo no son sinónimos. Este objetivo también es perfectamente válido pero hay que tener en cuenta: 
    • Estar contenido (quieto y concentrado) durante un tiempo va a producir después una necesidad de actividad física. Esto ocurre cuando vamos en coche, cuando vemos la tv o cuando escuchamos una ponencia. Sabiendo esto, no es de extrañar que después de una hora de televisión los niños están más nerviosos, más irascibles, menos pacientes, escuchan menos...
    • La mayoría de los programas hechos para niños los realizan adultos que no diseñan teniendo en cuenta el proceso evolutivo del niño y lo producen con un humor y una edición para adultos, los padres son los que compran no los hijos. 
    • Al no ser contenidos acordes con su manera de entender el mundo los sobreestimula y afecta a su manera de aprender: hace que aprendan de lo abstracto a lo concreto, de lo difícil a lo fácil y les crea dificultades a largo plazo con ciertos contenidos que no entienden bien. 
    • Hay que valorar la situación y decidir si merece la pena la consecuencia. 
  • Respuesta nº 3: que esté distraído y así haga otra cosa como comer, vestirse, lavarse los dientes... 
    • En un momento de prisa es una solución pero a largo plazo no va a entender que tiene que vestirse o lavarse los dientes sin que le des algo a cambio. 
    • Cubrir las necesidades es un momento de aprendizaje muy importante donde hay que poner toda la atención y estar muy presente, el niño para adquirir destrezas y nosotros para darles la seguridad que necesitan para conseguirlo.
    • Los cuidados tienen una gran carga sensorial y afectiva, el intercambio con el adulto es imprescindible para multitud de cosas (vocabulario y reglas verbales, conciencia del cuerpo, conocimiento de uno mismo). 
    • Al visualizar una pantalla pierden el contacto tanto con los demás como consigo mismo; existe una desconexión entre sus acciones, sus decisiones y sus necesidades y pueden no darse cuenta de que tienen ganas de hacer pis o seguir comiendo aunque no tengan hambre. 

"Las situaciones a las que fuimos expuestos durante los periodos tempranos, desde la etapa prenatal hasta la adolescencia, afectan al comportamiento posterior y al modo de aprendizaje en etapas adultas"

"La sobreestimulación genera problemas cuando el individuo se bloquea emocionalmente o sufre una modificación en el sistema de memoria. El resultado: se aprende peor si nos han enseñado empleando técnicas complejas antes de que el cerebro se haya formado adecuadamente"

Milagro Gallo psicobióloga de la Universidad de Granada


Si teniendo en cuenta estos aspectos les ofrecéis las pantallas:
Visualizar el material antes que el niño: ¿quién ha diseñado el producto? ¿que finalidad tiene? ¿que transmite? 
Buscar el contexto adecuado para que lo vea.
Marcar unas normas en relación al consumo antes de que surja la fijación de límites: tiempo, momentos, programas...
Verlo con ellos para así explicar algunas cosas o enfatizar en otras.
5º: Cuando nosotros consumimos tecnología estando a su lado estamos haciendo una exposición indirecta, este tiempo también cuenta: ve, observa y nos imita.

Si esperamos a que sean ellos quienes pidan las pantallas, también tenemos que tener en cuenta:


  • Establecer unas normas claras especialmente en cuanto al tiempo de exposición . Es interesante fijar un mínimo diario o semanal y poder ampliar según se cumplan objetivos. Ejemplo: si haces un trabajo extra el fin de semana por la noche vemos una película juntos. 
  • Dejar que elija su actividad en su tiempo libre, aunque nos horrorice lo que ven ellos tienen derecho a buscar sus propias experiencias y gestionar las consecuencias de sus decisiones. Si quieren jugar al Grand Theef Auto o al Pro Evolution Soccer es una elección suya.  
  • Sentarse a su lado y consumir los mismos contenidos que ellos han elegido, es una manera de no censurar su necesidad y que sepa que apoyas su decisión independientemente de tu propia opinión. También es una manera de conocer sus intereses y sus experiencias. 
  • Preguntarle acerca de lo visto y vivido. Escucharle y hacerle muchas preguntas; le invita a reflexionar, a saber lo que quiere, a compartir sus miedos y nos ayuda a detectar cuáles son las necesidades que tiene y por qué fase está pasando. 

"No se trata de que las pantallas sean “buenas” o “malas”, sino de si son adecuadas o no, qué experiencias sustituyen, que desarrollos inhiben, a partir de qué edad ya no interfieren tanto, en qué medida y cómo gestionar todo eso.
Que se fabriquen cosas no implica necesariamente que haya que consumirlas"

 Isabel Fernández del Castillo

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